25 mayo 2016

Cécile Pelous: Madre de 79 niños huérfanos





Por más de veinte años, la hermana Cécile Pelous, de la Rama Cergy-Pontoise, Estaca París, Francia, ha trabajado para los diseñadores de modas más famosos de París tales como Dior, Cardin y Ricci; ella diseña y confecciona vestidos para las mujeres más ricas del mundo.
Pero desde 1986, esta mujer agradable y dinámica ha hecho de su prominente carrera un medio para llevar a efecto una obra totalmente diferente. Todos los años, la hermana Pelous pasa tres meses sirviendo a los desvalidos de la India. Con la ayuda de personas locales que tienen el deseo de cooperar, ella trabaja en los suburbios más pobres de Calcuta y en los orfanatos de Bengala, donde invierte todos sus ahorros, además de las donaciones que hacen sus amigos en Francia para ayudar a los niños pobres.

"YO SABÍA QUE HABÍA MUCHO QUE HACER"

El primer contacto que Cécile Pelous tuvo con La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días fue en 1974, cuando hizo una gira por los Estados Unidos. La gira incluía Salt Lake City, donde fue a una de las presentaciones del Coro del Tabernáculo Mormón. "Fue una experiencia muy emotiva para mí", comenta ella. Luego les dijo a los demás turistas que lo que más le había gustado había sido escuchar al coro durante su estadía en Utah.

Unos meses después, los misioneros llamaron a su puerta en Francia. Ella no demostró interés hasta que uno de ellos dijo que provenía de Salt Lake City. Entonces, recordando la hermosa experiencia que había tenido allí, le preguntó si él era de la "iglesia con el coro". Cuando él dijo que sí, los hizo pasar y escuchó el mensaje que tenían para darle. Unos meses después, en 1975, Cécile Pelous se bautizó. 

Once años después, en julio de 1986, la hermana Pelous hizo su primer viaje a la India. Había leído y oído conferencias acerca de los problemas de ese país. "Fui a Calcuta de vacaciones, con la idea de ayudar a mi prójimo. Llevé un diploma de primeros auxilios, remedios y un gran deseo de ayudar. Yo sabía que había mucho para hacer", dice la hermana Pelous. 

Los más indigentes eran mayormente los ancianos, los bebés y los niños lisiados de Calcuta. "Había cientos de cosas para hacer: ropa y sábanas sucias que hervir y lavar, comida que preparar, enfermos que alimentar en los dispensarios e instituciones para mendigos, así como brindar asistencia médica. Era preciso lavar, abrigar y brindar afecto a los que estaban agonizando, a fin de aliviarles el momento en que dejaran este mundo. Había que cambiar pañales a los bebés y alimentar a los que estaban tan desnutridos que uno no podía menos que desear darles la propia salud y energía",  comenta la hermana Pelous. En un principio trabajó con las Hermanas de Misericordia de la Madre Teresa y luego con otros grupos similares.

"No soy una heroína", dice, "sólo brindo mi amor y mi amistad a los necesitados de la India".

"EL SEÑOR LA HA ENVIADO"

Durante el último viaje que la hermana Pelous hizo a la India, se enteró de un hogar que albergaba a unos cien ancianos, la mayoría de los cuales estaban confinados a la cama. "Sólo había dos misioneras católicas para atenderlos a todos, y hacía tres días que una de ellas estaba enferma. Cuando otra voluntaria y  yo llegamos, inmediatamente nos pusimos a trabajar. La hermana Thérésina, una de las misioneras, me dio un beso y me dijo: 'El Señor la ha enviado'. Y tenía razón".

Después, la hermana Pelous fue a Pilkana, en las afueras de Calcuta, donde encontró que había allí temperaturas excesivamente elevadas, inundaciones propias de la época del monzón (viento del Océano Indico) y un grado de pobreza abrumador. "Pero también vislumbre esperanzas, porque los niños todavía saben reír y se divierten, como lo hacen los niños de todo el mundo".

La hermana Pelous conoció allí a un matrimonio europeo que por veinte años había ayudado a los más menesterosos de la India a abastecerse a sí mismos. Habian iniciado un programa de bienestar exclusivamente necesitados de la India y tuve el privilegio de que me permitiera ayudar", dice la hermana Pelous. "Establecí un centro de capacitación para jovencitas de catorce a 17 años donde se les enseña a hacer 'batik' (telas estampadas)a fin de que algún día tengan los medios necesarios para mantener a sus hijos".

También aprovechó el conocimiento y la experiencia que tenía en costura para enseñar a las  jovencitas a hacer moldes, cortar telas y hacerse sus propias prendas de vestir. En la actualidad, esas jovencitas hacen ropas para los niños del orfanato.

La hermana Pelous ayudó a organizar un centro de abastecimiento de alimentos para los necesitados e hizo arreglos para que recibieran exámenes médicos gratuitos o a un costo mínimo. "Allí, los que tienen muy poco dan para los que no tienen nada", comenta ella.

LA AYUDA A LOS NIÑOS DE NEPAL

En 1989, un amigo de la hermana Pelous, el padre Francois Laborde, le pidió que le ayudara a  edificar, en Nepalgani, Nepal (reino independiente al norte de la India), viviendas, una escuela, un dispensario y a establecer una granja para albergar a cuarenta y siete niños desamparados, veintiuno de los cuales eran ciegos. La hermana Pelous viajó desde Bengala hasta Nepal para prestar su ayuda. Una vez de regreso a París, trató de recaudar fondos, pero esta vez no tuvo éxito. Entonces sucedió algo que sacó adelante el proyecto y lo cual ella atribuye a la misericordia de nuestro Padre Celestial.

Un corredor de bienes raíces le ofreció una generosa suma de dinero por la casa en que vivía, cerca  del centro de París. La hermana Pelous aceptó la oferta de inmediato; se compró una casa más chica y con el dinero restante, más los ahorros que tenía, llevó adelante el proyecto de Nepal. Las viviendas y la escuela se construyeron en 1990.

EL ALIMENTO ESPIRITUAL

La obra de la hermana Cécile Pelous no se limita al bienestar temporal de la gente. Dice que "una vez que tengan suficientes alimentos y ropa, estarán preparados para recibir el evangelio". Ella está aprendiendo el idioma bengalí y ha regalado ya varios ejemplares de las Selecciones del Libro de Mormón en ese idioma a aquellos que le han preguntado acerca de la Iglesia.

No obstante, la enseñanza más poderosa con que ella cuenta es el ejemplo. Christian Euvrard,  miembro de la Estaca París y ex Representante Regional, explica que "ella sigue los principios del programa de bienestar de la Iglesia y está logrando mucho éxito ajustándose a las leyes de la India y con el apoyo que le brindan las organizaciones locales de dicho país. De ese modo, la Iglesia no sólo se va haciendo de buena reputación, sino que está creciendo constantemente".

La hermana Pelous recuerda con emoción el día en que sus amigos de Bengala, que no son miembros de la Iglesia, la defendieron ante las autoridades locales diciendo:  "Ella jamás haría nada deshonesto; es mormona".

"Con frecuencia el Señor me abre las puertas", comenta. "Una vez, en Calcuta, los oficiales de la aduana me permitieron entrar en el país con el doble de los medicamentos que llevaban otras personas voluntarias como yo. En otra ocasión, a último momento, me dieron el último asiento disponible en un avión que estaba supuestamente 'lleno'. Muchas veces recibí las autorizaciones que necesitaba de parte de oficiales que en general no tenían el más mínimo deseo de ayudar a nadie. Cuando es la voluntad del Señor, sólo tengo que hacer mi parte y El se encarga del resto".

Antes de salir de viaje, de París a Bengala, ella pide y recibe una bendición del sacerdocio para tener la guía que necesite durante su estadía.

"¡POR FAVOR, SALVE A MI NIETA!"

Cuando se le pregunta el motivo por el cual se ha dedicado a hacer esas obras de beneficencia, la hermana Pelous dice que jamás podrá olvidar el rostro de una mujer que llegó al dispensario con una niñita en brazos que estaba deshidratada y anémica; suplicando, le dijo:
"¡Por favor, salve a mi nieta!"

También recuerda con frecuencia haber visto a grupos de niños de Banipur orando reverentemente por sí solos, sin la supervisión de adultos. Ella se siente conmovida por la riqueza espiritual de esos niños desamparados.

"Todos tenemos una misión que cumplir en la tierra, y somos responsables de nuestros semejantes, ya sea que vivan cerca o lejos de nosotros. Por lo tanto, no podemos permanecer indiferentes*. Tenemos la bendición de conocer la verdad y de tener un vínculo personal con nuestro Padre Celestial. Para mí, El es la mejor fuente de recursos que tengo a disposición. La mejor manera de recibir una  recompensa es ponerse al servicio de los demás; es una cadena de amor sin fin.

"No debemos esperar a que la Iglesia nos dé instrucciones específicas en cuanto a la manera de hacer el bien", dice la hermana Pelous. "Si nos olvidamos de nosotros mismos ayudando a nuestro prójimo, recibiremos bendiciones que van mucho más allá de lo que podamos imaginar".

(Liahona marzo 1992)

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