25 noviembre 2016

¡ Esta Navidad ilumina el mundo !

¡Me encanta la Navidad! Creo que no hay otra época en el año en la cual las personas se sientan más dispuestas a perdonar, mostrar bondad, compasión y hacer algo por los demás, tal como hizo Jesús. Es una época tan singular que hablamos del “Espíritu de la Navidad”, es algo que está en el aire, que se contagia y que deseamos contagiar. Es una época para estar en familia, para compartir con los amigos, una época de tradiciones, abrazos y luces.

Uno de los nombres y títulos de Jesús es “Luz del Mundo”, nos lo recuerda la estrella en lo alto del árbol y todas las luces a nuestro alrededor que traen brillo, alegría, color y calor a nuestra vida. Con este calendario, podremos recordar la luz que él deposita en nuestra vida mientras vamos contando los días hasta Navidad.





Así como nos enseñó que Él es la luz del mundo, también dijo “Vosotros sois la luz del mundo”. Este año, iluminemos el mundo con pequeños actos de servicio tal como Él lo hizo. Esa es la divisa de la campaña de Navidad de este año de la Iglesia: 25 actos de servicio en 25 días:

Cada día previo a la Navidad es una oportunidad para ver todas las cosas que hizo Jesucristo y para tomar la determinación de hacer lo mismo. “

¿Necesitas ideas? ¡No te preocupes! AQUÍ encontrarás inspiración y sugerencias para cada día.

También puedes descargar el calendario de actividades en PDF para tenerlo a mano.




RECUERDA: No pienses que es muy poco lo que puedes hacer; no importa cuán pequeña sea una luz, siempre tiene el poder para romper la oscuridad más intensa. Tu luz puede hacer la diferencia.


“Usa los talentos que posees; los bosques serían muy silenciosos si solamente cantaran las aves que lo hacen mejor” (Henry Van Dyke)

¡¡Feliz Navidad!!



24 noviembre 2016

Un cœur reconnaissant

Je crois que c’est merveilleux avoir une journée pendant l’année pour dire merci. Aux États-Unis c’est le quatrième jeudi de novembre et au Canada le deuxième lundi d’octobre. Originalement ces fêtes étaient reliées au moment de la récolte, dans laquelle les colons se réunissaient pour célébrer ce que la terre avait produit et ce qu’ils avaient récoltés, aliments qui leurs permettais survivre l’hiver et avoir des semences pour planter au printemps.

Avoir un cœur reconnaissant chaque jour et reconnaître les petites et grandes bénédictions qui constituent les récoltes de nos vies, peuvent nous soutenir pendant les hivers que parfois nous fessent dur, et nous fournissent des semences pour planter au printemps qui arrive toujours. C’est pour ça que la reconnaissance est quelque chose de plus que conter nos bénédictions. C’est facile être reconnaissant lorsque la vie nous sourit et tous sort comme prévu, mais, être reconnaissant quand les choses ne sont pas ce qu’on voudrait qu’elles soient, demande un effort supplémentaire.  Le président Dieter F. Uchtdorf l’a exprimé de cette façon.

« Je propose que nous considérions la gratitude comme un état d’esprit, une façon de vivre indépendante de notre situation actuelle. En d’autres termes, je propose qu’au lieu d’être « reconnaissants pour des choses », nous soyons « reconnaissants pour notre situation », quelle qu’elle soit. Nous pouvons choisir d’être reconnaissants, quoi qu’il arrive. Ce genre de reconnaissance transcende tout ce qui arrive autour de nous. Elle surpasse la déception, le découragement et le désespoir. Elle fleurit aussi magnifiquement dans les paysages glacés de l’hiver que dans la chaleur agréable de l’été. Être reconnaissants dans les moments de détresse ne signifie pas que nous sommes satisfaits de notre situation. Cela signifie qu’à travers l’œil de la foi, nous regardons au-delà de nos difficultés actuelles. Il ne s’agit pas ici d’une reconnaissance exprimée par des mots, mais d’une reconnaissance qui vient de l’âme. C’est une gratitude qui guérit le cœur et élargit l’esprit. » (Conférence Générale avril 2014)
N’est-ce pas merveilleux penser que nous pouvons être heureux n’importe quelles circonstances ? Les personnes reconnaissantes ne marchent pas dans l’obscurité, ils portent toujours une lumière avec eux, et cette lumière les réconforte, les réchauffe, les illumine le chemin et les aide à voir plus loin de ce qui parait évident. Donc, pourquoi pas célébrer Actions de Grâce autant de fois que ce soit nécessaire ? Célébrons lorsque les choses vont bien, quand les choses ne marchent pas tellement bien ou lorsqu’elles ne semblent pas marchées du tout. Qu’est-ce qu’on pourrait faire ?

1.       Chaîne de reconnaissance : même quand ce n’est pas seulement ça, conter les bénédictions qu’on a, aide toujours, surtout lorsque nous devons faire un effort supplémentaire pour les trouver.



2.       Avoir un journal d’Actions de Grâce : développer l’habitude d’écrire chaque jour quelque chose pour laquelle nous sommes reconnaissant, nous remplit le cœur de joie et nous ne transforme en personnes heureuses. Les lire au moment difficile, nous aidera à être reconnaissant n’importe qu’est-ce que nous sommes en train de vivre.



3.       Exprime-le ! : il ne suffit pas de savoir pourquoi nous sommes reconnaissants. C’est nécessaire l’exprimer ! Soit en priant à notre Père Céleste et lui remercier pour ses nombreuses bénédictions ou en disant à ceux qui sont à notre alentour qu’ils sont une bénédiction dans notre vie.

4.       Cherche à qui servir : une des meilleures recettes quand nous avons besoin d’élever notre moral, trouver de la paix ou nous remplir d’allégresse, c’est nous oublier de nous-mêmes et aider une autre personne. Quelque fois, un petit acte de service, peut faire la différence dans sa vie.

5.       Célèbre-le : n’attend pas un jour précis à chaque année pour célébrer. Ça ne doit pas être un soupé spéciale ni différent, il suffit de prendre le temps pour se réunir en famille ou avec les amis pour dire merci. C’est possible que ces moments dans lesquels il semble qu’on n’a aucuns motives pour être reconnaissant, soient ceux que nous nous souviendrons avec plus de reconnaissance. L’histoire suivante m’inspire toujours dans ces pensées.



Joyeuse fête d’Actions de Grâce !


16 noviembre 2016

Un corazón agradecido

Creo que es maravilloso tener un día en el año dedicado a dar gracias. En Estados Unidos es el cuarto jueves de noviembre y en Canadá el segundo lunes de octubre. Originalmente, estas fiestas estaban relacionadas con la época de la cosecha, en la cual los colonos se reunían para celebrar lo que la tierra había producido y lo que habían cosechado, alimentos que les permitirían sobrevivir el invierno y tener semillas para plantar en primavera.

El tener un corazón agradecido cada día y poder reconocer las pequeñas y grandes bendiciones que constituyen la cosecha de nuestra vida, puede sostenernos en los inviernos que a veces azotan con fuerza, y proveernos de semillas para la primavera que siempre llega. Es por ello que la gratitud es algo más que contar nuestras bendiciones. Es fácil ser agradecido cuando la vida nos sonríe y todo sale como esperamos, pero requiere un esfuerzo adicional estar agradecido cuando las cosas no son lo que quisiéramos que fuesen. El Presidente Dieter F. Uchtdorf lo expresó de esta manera.

Permítanme proponer que consideremos la gratitud como una disposición, un modo de vida que es independiente de nuestra situación actual. En otras palabras, lo que quiero decir es que en vez de estar “agradecidos por cosas”, nos concentremos en estar “agradecidos en nuestras circunstancias”, cualesquiera que sean. Podemos escoger ser agradecidos, pase lo que pase. Este tipo de gratitud trasciende cualquier cosa que suceda a nuestro alrededor; supera la desilusión, el desaliento y la desesperación; florece con la misma hermosura en el helado panorama del invierno, así como en el agradable calor del verano. El ser agradecido en tiempos de aflicción no significa que estamos complacidos con nuestras circunstancias; lo que  significa es que mediante los ojos de la fe podemos ver más allá de nuestras dificultades actuales. Ésta no es una gratitud que proviene de los labios, sino del alma; es gratitud que sana el corazón y ensancha la mente. (Conferencia General abril 2014)
¿No es maravilloso pensar que podemos ser felices en cualquier circunstancia? Las personas agradecidas no caminan en la oscuridad, siempre llevan una luz con ellos, y esa luz les reconforta, los calienta, les alumbra el camino y les ayuda a ver más allá de lo que parece obvio. Entonces, ¿por qué no celebrar “Acción de gracias” tantas veces cómo sea necesario? Cuando las cosas marchan bien, cuando las cosas no marchen tan bien o cuando simplemente nos parece que no marchan.  ¿Qué cosas podríamos hacer?
1.      Cadena de gratitud: aun cuando no es solo eso, contar las bendiciones que tenemos siempre ayuda, en especial cuando tenemos que hacer un esfuerzo adicional para encontrarlas.
2.      Lleva un Diario de Acción de gracias: desarrollar el hábito de escribir cada día algo por lo cual estamos agradecidos llena el corazón de gozo y nos hace personas felices. Leerlo en los momentos difíciles nos ayudará a estar agradecidos sin importar lo que estemos viviendo.

3.     ¡Exprésalo!: no basta con saber por qué estamos agradecidos, es necesario expresarlo, ya sea orando a nuestro Padre Celestial y agradecerle por sus tantas bendiciones, o diciéndoselo a aquellos que están a nuestro alrededor y que son una bendición en nuestra vida. Si quieres hacerlo por escrito aquí encontrarás algunas tarjetas para imprimir.
4.      Busca a quien servir: El olvidarnos de nosotros mismos y ayudar a otra persona es una de las mejores recetas cuando necesitamos levantar nuestro ánimo, encontrar paz o llenarnos de alegría. Algunas veces un pequeño acto de servicio puede hacer la diferencia en la vida de una persona.

5.   Celébralo: No esperes un día específico al año para celebrar. No tiene que ser una cena especial ni diferente, tan solo tomar el tiempo para reunirse en familia o con los amigos para dar gracias.  Puede ser que, esos momentos en los cuales parece que no tenemos motivos para estar agradecidos, sean los que recordemos con más agradecimiento. La siguiente historia siempre me inspira en esos momentos.
¡Feliz día de Acción de Gracias!

08 noviembre 2016

"En las relaciones familiares AMOR en realidad se deletrea T-I-E-M-P-O"

"En las relaciones familiares AMOR en realidad se deletrea T-I-E-M-P-O"

(Dieter F. Uchtdorf)

No recuerdo cuando escuché esa cita, pero desde entonces no la he olvidado. El valor más preciado de esta época definitivamente no es el dinero, sino el tiempo: nunca hay suficiente tiempo para dormir, para leer, para trabajar, para vacacionar, para divertirse, para comer bien, para hacer ejercicio, para limpiar (¡ el sucio jamás termina !), para ordenar, para hacer algo en familia (especialmente si tienes que correr detrás de ellos para lograrlo) Algunas veces estamos tan sumidos en las mil y un cosas de cada día que pensamos que mañana sí podremos, o quizás la próxima semana. La verdad es que, en lo que se respecta a la familia, los momentos más valiosos pueden llegar cuando estamos más ocupados o más cansados.

Estas últimas semanas han sido completamente grises, ha llovido casi todos los días y el frío comienza a instalarse poco a poco. Es el tiempo de cambiar la ropa de verano por la de invierno y eso siempre me toma varios días. Las clasifico por tipos y por categorías, así que las habitaciones parecen un campo minado en el proceso. El jueves pasado, después de tres días en medio de aquella locura, y cuando tenía ya todo fríamente calculado para terminar esa tarde, mi hija menor me dijo que tenía una Exposición de arte en la escuela. Miré por la ventana: seguía lloviendo y debíamos caminar un kilómetro y medio para llegar al a escuela. Vi el reloj: las 4:15 y la Exposición era hasta las 6:00. Las misioneras venían a comer a las 6:30 y no había comenzado a preparar la cena. Miré a mi hija y suspiré esperando que me dijera que realmente no era importante, o que no quería mojarse, pero en lugar de eso recibí ésta respuesta: “No te voy a decir cuál es, y así tú vas a poder adivinar” “Cuál ES…”, es decir, ¡ era un solo dibujo ! Me atreví a preguntar: “¿Es importante para ti que vayamos?” Inclinó la cabeza y dijo que sí. Solo pude decir: “Entonces vamos”.

Dejé todo como estaba y corrí a la cocina para dejar la cena lista antes de irme. Tomamos nuestros paraguas y comenzamos nuestra caminata a la escuela. Mi hija habló todo el camino, me contó lo que había hecho ese día, me habló de sus amigas, me hizo preguntas y compartió algunas reflexiones.  Por fin llegamos a la escuela, y muy orgullosa me llevó al muro de su clase para que adivinara cuál era su obra de arte (afortunadamente ella no es buena resistiendo el suspenso, así que me dio suficientes pistas para adivinar).


Allí estábamos las dos, entre mojadas y sudadas mirando un animal multicolor en la cartelera de los Monstruos. Me llevó a su salón, vimos las obras de las demás clases, saludamos a sus amigos y volvimos a casa.

Esa noche continué mi labor a las nueve de la noche después que se habían ido a la cama, no tenía opción, mi cama era el campo minado: si quería dormir tenía que ordenar. Mientras todos dormían, yo pensaba que realmente podía haber terminado mucho antes si no hubiera ido a la escuela, pero la verdad es, que, dentro de unos años, nadie va a recordar si la ropa estaba o no estaba en los cajones del closet, o qué fue lo que cenamos esa noche, pero ella va a recordar haber ido a la escuela para ver su obra de arte aun cuando estaba lloviendo.

La vida está llena de recuerdos, ¿tomo el tiempo para construir recuerdos valiosos para mi familia, tiempo para escuchar, para jugar, para reír, para bailar, para acompañar, para mojarse en la lluvia? Los recuerdos nos acompañan dónde quiera que vamos, nos reconfortan en tiempos difíciles y nos alegran cuando lo necesitamos, nos fortalecen y nos unen; crean lazos que se extienden con el tiempo y que pasan de una generación a otra. Ciertamente es verdad lo que una vez leí:

 “El recuerdo es un jardín de Edén del que jamás podemos ser expulsados”